miércoles, 23 de noviembre de 2016

LAS IMPORTANCIA DE LAS NORMAS

El ambiente cálido, acogedor y seguro que necesita el niño de educación infantil en el aula y en la casa no se opone a la existencia de unas normas y a la presencia de unos retos y exigencias. Éstas deberán estar adaptadas a las posibilidades del niño, ser consistentes, inmediatas y sobre todo, no excesivas.

Pero ¿qué ocurre si las normas se presentan como algo aislado? Que finalmente no se llegará al aprendizaje de las mismas. Para que una norma sea efectiva debe ir seguida de una consecuencia positiva o negativa. Un ejemplo de consecuencia positiva puede ser el reforzamiento verbal o cualquier premio (no material preferentemente). Por ejemplo, imaginemos que el niño o niña ha terminado de comer y ha recogido su plato. Una consecuencia positiva de ello es el recordar lo bien que lo ha hecho o dejarle jugar más rato con aquello que le guste. Por el contrario, imaginemos que el niño termina de comer y se va corriendo sin recoger sus cosas. En este caso debemos buscar una consecuencia negativa inmediata (no jugará con ese juguete que tanto le gusta y que está deseando coger en ese momento, o no se le prestará atención hasta que no recoja su plato).

Será fundamental mantenernos firmes en las consecuencias. Si le hemos prometido ir a visitar a sus primos por lo bien que se ha portado no podemos incumplir esa promesa. Si le hemos avisado de no recoger su plato hasta que él o ella no lo haya hecho no podemos echarnos atrás y finalmente recogerlo nosotros. Lo fundamental para que una norma se lleve a cabo es la constancia y la no variación de la misma. Pero, ¿sabéis dónde está realmente la dificultad para los docentes y los padres a estas edades? En buscar consecuencias positivas y negativas viables y realistas. Por ejemplo, si un niño rompe un juguete no podemos “castigarle” con “no jugar nunca más con sus juguetes” porque sabemos que no es una consecuencia negativa real, es algo imposible de llevar a cabo. Lo sabemos nosotros y lo saben ellos también. Debemos buscar una consecuencia más pequeña e inmediata que sí podamos hacer efectiva como: - no vas a hacer nada más hasta que no arregles ese juguete y sólo vas a jugar hoy con él ya que aún no sabes cuidarlos.

A veces, los adultos caemos en el error de esperar que los pequeños cumplan una norma sin pararnos a pensar si realmente conocen o no lo que deben hacer. No podemos exigir el cumplimiento de algo que no se ha explicado. Por ejemplo, no puedo reprochar a un niño o niña que no ha recogido los juguetes adecuadamente si previamente no le he enseñado cómo se recogen y dónde se han de guardar. Una vez enseñado cómo se ha de hacer, podemos evaluar si lo está realizando correctamente o no y sólo entonces, aplicar la consecuencia más conveniente.  

Todo esto forma parte de la difícil tarea de educar en la que padres y maestros intentamos siempre hacerlo lo mejor posible probando una y mil veces nuevas estrategias, quedándonos con las que nos funcionan y eliminando las anteriores. Somos los RESPONSABLES de crear las bases fundamentales como persona de nuestros niños y debemos poner todo nuestro empeño y esfuerzo en ello. Y por supuesto teniendo siempre muy claro que el cariño, los abrazos, los besos…son totalmente compatibles con los límites y las normas. Son dos pesos que deben equilibrarse en la BALANZA para concluir al adecuado desarrollo social y afectivo del niño o niña.

Bueno, y ahora… ¿queréis saber cuáles son nuestras normas de clase?







Cada mañana las repasamos en la asamblea y recordamos qué consecuencias tiene el cumplirlas o no, las dramatizamos, escuchamos cuentos sobre ellas, canciones…Una de las cosas que más nos gusta respecto a las normas es ver un vídeo sobre unos niños y un profe que también están aprendiendo las normas. Aquí lo dejo para que podáis verlo en casa toda la familia. ¡Espero que os guste!



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